viernes, 4 de febrero de 2011

¡¡¡Grito al abismo!!!


¿Que hacer cuando sucumbimos al destino,
cuando nos tropezamos con nuestro albedrío?

¿Como liberarse de las delicias que prodigaste,
de los sueños y juegos que compartimos,
de esos recuerdos empalagosos,
nuestros cuerpos embistiéndose,
esa íntima desnudez,
llena de hilillos plateados
y vapor arropador?

En este amargo pestañear
úlceras abiertas se evidencian.
Aprovecha!
orada con tus dedos,
juega un rato.
Que en ellas todo palpita aún
y palpita fuerte,
porque ni tu indiferencia, ni tus suplicas
pueden algo contra esta utópica esperanza .

Esperanza vana a esta altura,
esperanza idiota y perdida.
No se bien amor,
porque conservo esta esperanza,
embriagadora y fluctuante
duro lastre y nudo gordiano.

Regaño entonces esta inexpugnable fortaleza
corazón coraza acorazado
maquinaria amante y guerrera alguna vez,
inviolable e inalienable ahora.
Que ganas de ver su palpitar carmesí de nuevo,
de recubrir el gris que le insuflé.

Nuevamente imito al Quijote ante molinos,
lunático enamorado de tus curiosas miradas,
de tu olor pudoroso,
de tus bastas recriminaciones
de tu puntapié a la inercia e impotencia.

Creo que es simple
Amo cada segundo,
soy feliz en todo instante en que me siento tuyo
En que compartimos nuestras vidas,
penas y alegrías,
frustración y opresión,
el dolor de nuestras miserias
y la voluntad por someterlas,
nuestra fuerza por cabalgar suicidamente
y compadecernos y pelear
por todos los dolores ajenos,
ajenos y tan propios a la vez.

Sabe esto,
como duele que mis abrazos te sepan a opresión y dolor
que mi vida a tu lado solo engendre miedo.
La mutación aún opera en mí,
lo único que no ha cambiado es el amor que deseo prodigarte
y el dolor porque ya no lo desees y lo temas.

Te regalo esto que escribí,
y que nunca llegó realmente a ti,
sino a tu psicópata suplantador.
La salvedad es que lo escribí
cuando te estaba conociendo (aún lo hago)
en momentos en que Whitman
me acompañaba en soledad:

Te amo preciosa,
por sobre la hierba y el rocío,
por sobre los rayos del sol naciente
concentrados entre las gotas refractarias,
irradiantes de colores y dicha,
como espejismos del cielo.

y te amo,
te amo en las mañanas y en los ocasos,
entre luz y penumbra,
entre el cielo y la hierba,
y la hierba…,

Sí,
mi amor es como hierba,
verde, prolífico y fértil,
como la hierba en los prados,
con esa simplicidad efervescente,
esa despreocupación etérea  
y esa solemnidad ceremonial.

Y te amo,
Amo cada átomo tuyo
como si me perteneciera,
Y me dueles y te anhelo
En cada átomo…

…En cada célula,

y cada una de ellas te rinde alabanza
y entona tu nombre.
Y así…
Ante este viento ensoñador
me disuelvo hasta el olvido
y me pierdo
cual brizna al viento.
y vuelvo a ser,
simplemente,
hojas de hierba…
¿Quieres ser tú mi viento?

¡¡¡Te extraño!!!